Una de las joyas que pasa casi desapercibida en Netflix por muchos es la serie “Better Call Saul” una precuela a la exitosa serie “Breaking Bad” (¿se acuerdan de esa?), la serie que muy bien pudo acuñar la nueva terminología de “Binge Watching” o (sesiones maratónicas de series) en Netflix y otras plataformas similares.
“Better Call Saul” viene a contar la historia de Jimmy McGill antes de convertirse en “Saul Goodman”, un abogado de dudosísima reputación y ética que en Breaking Bad se vio envuelto en el universo de la venta de metanfetamina del Capo Walter White y Jesse Pinkman. Jimmy se ingenia mil y una formas de burlar la ley para lograr que sus dos clientes narcotraficantes no les pase nada… hasta que todo explota en uno de los finales más vistos y comentados en la historia de la televisión mundial (¡perdonen por el spoiler!).
En “Better Call Saul” vemos un Jimmy timador, vividor que estudia leyes en una universidad por correspondencia para hacerle la competencia a su hermano Chuck McGill un abogado famoso y de renombre en Alburquerque, Nueva México. Bob Odenkirk quien da vida de forma magistral a Jimmy McGill, viene acompañado con otros nombres de Breaking Bad, personajes para quienes vieron la serie se convirtieron rápidamente en favoritos como Jonathan Banks como Mike Ehrmantraut el expolicía de Filadelfia y el tremendo Giancarlo Esposito como el chileno Gustavo Fring, dueño de la franquicia “Los Pollos Hermanos”, un negocio icónico en Breaking Bad.
Aunque la serie tiene mucho que ver con Breaking Bad, realmente desde el primer capitulo empieza a desenmarañar su propia telaraña que atrapa al televidente y muestra su propia personalidad. Con una trama muy entretenida, con humor negro sarcástico y hasta veces cruel, esta serie es un habitual de las nominaciones de los Golden Globe y Emmys. Con 138 nominaciones ha ganado 22 veces incluyendo Mejor Programa Televisivo en el AFI Awards 2019.
Disponible en Netflix