Ante la comisión de un hecho delictivo existen dos formas de poner a las autoridades competentes en conocimiento: a través de una querella o de una denuncia. Una querella es la declaración formal y por escrito de un hecho delictivo que efectúa una persona interesada ante el Ministerio Público correspondiente. Al contrario, una denuncia es la declaración que efectúa una persona, tenga interés o no, de un hecho que considera punitivo ante las autoridades competentes.
A pesar de la práctica común de utilizar los dos términos de manera indistinta, la realidad es que una querella y una denuncia son dos acciones diferentes que traen consigo efectos jurídicos distintos. En este sentido, una denuncia es una mera declaración oral o escrita de conocimiento, ante las autoridades competentes, de los hechos que envuelven un acto delictivo. Por su parte, la interposición de una querella constituye una declaración de conocimiento y voluntad.
Por tanto, una denuncia no conlleva las mismas formalidades que una querella. Una denuncia se interpone de manera oral, no requiere de la presencia de un abogado y tampoco impone una obligación posterior al denunciante, por lo que no formará parte del proceso. Por su parte, una querella se interpone mediante un documento escrito donde se identifican los tipos penales, debe presentarse a través de un abogado apoderado y necesariamente el querellante forma parte del proceso.
Resulta obligatorio que una querella contenga el relato circunstanciado del hecho, sus antecedentes o consecuencias conocidos, si es posible, con la identificación de los autores, cómplices, perjudicados y testigos, así como el detalle de los datos o elementos de prueba y la prueba documental o la indicación del lugar donde se encuentra. En cambio, la denuncia contendrá estas indicaciones del relato circunstanciado del hecho, autores o cómplices, perjudicados, testigos y demás elementos probatorios que permitan su comprobación y calificación legal, en la medida de lo posible.
Escrito por: María José Dosal
