Acabar con la pobreza no es cuestión de caridad, sino de justicia

En República Dominicana somos testigos del problema social que implica la pobreza. Muchos dominicanos viven con bajos ingresos, la salud y educación son deficientes, pocas oportunidades de empleos (ahora empeorado por la crisis del Covid 19); así como otras deficiencias de agua potable, desecho de aguas negras, transporte y comunicación, etc.  En adición a estas precariedades tangibles, la pobreza impacta en el ánimo de las personas, que con frecuencia se sienten afectadas de desesperanza y apatía, ante la impotencia de cambiar su situación.

Recientemente escuché una frase, de un abogado y él dijo:  La desesperanza es el principal obstáculo para obtener justicia.  La frase la hizo en el contexto de lo que había tenido que combatir su representado, quien era pobre, ante un sistema judicial lento, burocrático y prejuiciado.

La pobreza se combate al abordar cinco factores prioritarios:  ignorancia, enfermedad, apatía, corrupción y dependencia.

A continuación, una breve explicación de dichos factores, conforme la visión del Dr. Phil Bartle, expresados en su artículo, “Los cinco principales factores de la pobreza”, la cual compartimos.

Ignorancia:

Las comunidades se ayudan identificando qué información les hace falta recibir (entrenamiento, capacitaciones, etc.) para ellos poder prosperar. Tomemos como ejemplo una comunidad agrícola:  lo importante para ellos es aprender sobre qué tipo de cultivo es el más conveniente para la tierra que tienen y cómo pueden ejecutar y comercializar esa siembra. Para esa comunidad agrícola, la forma de combatir la ignorancia no es ofreciéndoles otro tipo de enseñanzas, cuando carecen de los conocimientos necesarios, que le permitirían aprovechar los recursos que tienen a la mano, para ganarse la vida dignamente.

Enfermedad:

Comunidades que tienen altas tasas de enfermedad, quedan afectadas por un alto absentismo en el trabajo y baja productividad.  Una población saludable contribuye a la erradicación de la pobreza.

Apatía:

La apatía aparece cuando la gente pierde interés, o cuando se siente tan impotente que no intenta cambiar las cosas.  La gente que se siente incapaz deja de intentar corregir los errores o mejorar las condiciones.

En la lucha contra la pobreza, debemos estimular a los pobres para que quieran y aprendan cómo tomar las riendas de su propia vida.

Corrupción:

La corrupción tiene un efecto multiplicador, pues la suma de dinero malversada no corresponde a la disminución de riqueza de la comunidad.  Cuando se invierte nueva riqueza, el efecto positivo sobre la economía es mayor que la cantidad creada. Cuando se pone fuera de la circulación dinero para inversiones, la parte de riqueza de la que se priva a la comunidad es mayor que la cantidad de dinero que gana el malversador. Cuando un funcionario desfalca 100 pesos, la inversión social disminuye hasta 400 pesos de la riqueza de la sociedad.

Dependencia:

La dependencia es el resultado de ser receptor de la caridad. A corto plazo, la caridad puede ser esencial para la supervivencia. A largo plazo, esta caridad no evita la pobreza.  Si desaparece quien otorga la caridad, la miseria de quien recibía la misma continuará.

En conclusión, si cada uno de nosotros nos comprometemos a luchar contra los factores que impactan sobre la pobreza desde el lugar que ocupamos en el mundo, la suma de todos los que lo hagamos, y el efecto multiplicador de nuestras acciones sobre los demás, contribuirá a la desaparición de estos factores, y a la victoria definitiva sobre la pobreza.

Fuente:  http://cec.vcn.bc.ca/mpfc/modules/emp-povs.htm