El amor es uno de los sentimientos humanos más importantes y sobre los cuáles más se ha escrito. Lograr definir el amor es todo un reto y abarca una gama diferente de relaciones tanto con las personas, con las cosas y hasta con lo abstracto.
La Real Academia de la Lengua Española nos da varias definiciones, entre las cuales encontramos esta: “sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo”. En este sentido se puede querer a una persona, a una mascota, el carro, la casa, la patria, el trabajo, viajar, etc.
El derecho y el amor están íntimamente unidos y vinculados, ya que mientras el amor genera relaciones y vínculos entre personas y entre las personas y las cosas; es un sentimiento que mueve la voluntad y el accionar de las personas; el derecho es el conjunto de normas que regula el comportamiento de las personas en la sociedad.
La normativa civil que regula el matrimonio, la filiación, el divorcio y la sucesión son la evidencia más obvia de cómo el amor es regulado por la legislación. Hoy día esto presenta un reto en vista de que el amor, el derecho y la religión se encuentran en la encrucijada de definir nuestros parámetros que definan los conceptos de matrimonio, filiación, divorcio y sucesión.
Sin embargo, el amor no se limita a estas áreas del derecho solamente, sino que al analizar más profundamente podemos encontrar que todo el derecho se encuentra impregnado en su normativa de una intención del legislador de hacer el bien, evitando los abusos, protegiendo a los inocentes y procurando el bienestar de la sociedad.
En este sentido, nuestros legisladores, al promulgar leyes que protegen el medio ambiente y a los animales, han tenido presente el amor al contemplar el bienestar de la sociedad. Pero más aún, todas las leyes están vinculadas al amor cuando tienen como finalidad procurar orden.
El amor es el sentimiento que despierta en las personas un gran deseo de ayuda hacia los demás e incentiva a las personas a movilizarse hacia el bien común.
En esta época de Adviento que recién comienza, el amor nos interpela como abogados, apasionados por los conceptos de justicia, paz y bien; a reflexionar sobre este sentimiento fundamental y de cómo mejor aplicar nuestros conocimientos para apoyar a nuestro país.
Todos debemos tomar provecho de esta época de Adviento para hacer una introspección que nos ayude a buscar el bien de los demás, a fin de concluir este año “haciendo el bien”, para encontrar satisfacción en la entrega desinteresado del bien al otro.
El bien puede hacerse en cualquier momento, pero como abogados, creo que podemos estructurar el bien que hacemos desde algún programa desde nuestras oficinas, que ayude a quien lo necesite.
En OFAR hemos implementado un programa de responsabilidad social en el cual tomamos un caso a la vez, de alguien que requiera servicios legales y no pueda cubrir los gastos y honorarios del servicio. Debido a que nuestra firma es pequeña, hasta la fecha lo hemos ejecutado un caso a la vez. Desde el inicio del programa se ha asistido mayormente a víctimas de violencia.
Otra forma de asistir y la cual estamos apoyando desde nuestras publicaciones en las redes, es la defensa de los derechos humanos, que nos brinda una gama de posibilidades para realizar aportes que van desde: la defensa a la vida, la igualdad de género, la no violencia contra la mujer, derecho a la privacidad, entre muchos otros derechos que todavía son vulnerados en pleno siglo XXI.