El caso de España y el voto electrónico

El voto electrónico nació con la intención de facilitar el proceso a los ciudadanos fomentando la participación de la mayor parte de sus habitantes en los procesos electorales al ofrecer una alternativa al voto por correo y al presencial. Así se evitaría el desplazamiento a los colegios electorales o todo el proceso para pedir el voto por correo en el caso de no estar en tu ciudad. El principal motivo por el que los países del mundo instauran, o tienen intención de instaurar, el voto online es que sus ciudadanos cuenten con todas las posibilidades para ejercer su derecho al voto.

A fin de cuentas, no cabe duda de que esta votación online permitiría a los ciudadanos participar en igualdad de condiciones a pesar de sus circunstancias personales desde cualquier lugar y mediante cualquier dispositivo con conexión a internet. Otras de las ventajas son el ahorro de costes, su utilidad para el voto rogado, la mayor comodidad o la reducción del gasto de papel. Sin embargo, el voto electrónico implica un desafío demasiado grande para la mayoría de los países de hecho son muy pocos los países europeos que han adoptado el voto electrónico, solo unos pocos han logrado implementar este sistema y en su mayoría se encuentran todavía en fase de pruebas.

¿En qué países europeos ha funcionado este sistema?

En Estonia desde el 2015 se puede conseguir un código QR para votar y en las elecciones parlamentarias de marzo consiguieron un récord de asistencia electrónica. Casi la mitad de los votos se realizaron telemáticamente, 247.232 de los 561.131 votos registrados se ejercieron con este sistema a través de Internet. Estonia es un país en el que la penetración de internet alcanza del 91% de la población, con lo cual ejercer el voto a través de cualquier dispositivo con red fue fácil. Se requería de una aplicación que además de conectar a sus servidores realizaba un escaneo del disco duro para comprobar que no tuviese virus.

Nueva Gales del Sur, en Australia, superó la cifra de Estonia con un 63 por ciento de participación a través de la votación electrónica en las últimas elecciones. Este sistema se introdujo en el estado en 2011 con el objetivo de facilitar la participación de los ciudadanos con discapacidades como las personas ciegas y de votantes que vivieran a más de 30km de su colegio electoral. En Francia, el uso del voto electrónico ha sido intermitente. Se implantó en 2009 para aquellos votantes que residieran en el extranjero, se dejó de usar en 2017, y la intención es que en las elecciones consulares de 2020 se vuelva a utilizar.

Las dudas sobre la seguridad

Las dudas sobre la seguridad y el miedo a que se insertase algún virus en las máquinas suponen un riesgo demasiado grande para países como España. La falta de confianza, la opacidad del sistema y el miedo a que pueda manipularse o sufrir ataques de hackers ha generado recelo hacia la votación online. Además, es visto como un sistema menos intimo con falta de privacidad, en conclusión, muchos creen que podría no ser un «voto secreto». De hecho, en el caso de Suiza se detectaron graves fallos que llevaron a cancelar este sistema. La decisión se tomó cuándo llego a la prensa el descubrimiento de serios problemas de seguridad en el sistema de voto electrónico suizo. Los fallos encontrados eran tan serios que permitía a un atacante modificar votos ya registrados por el sistema, por lo que se tomó la decisión de cancelar el sistema de votación electrónica, por cuestiones de seguridad.

Por otro lado, y al margen de estos miedos y dudas, en España instaurar el sistema de voto exigiría cambios legislativos y el cambio en la auditoría de los votos emitidos. básicamente habría que cambiar la ley electoral para poder equiparar los votos electrónicos con los votos en papel y al no ser posible auditarlos físicamente, sería necesario buscar otros métodos igual de seguros de auditoría a nivel tecnológico para permiten verificar el comportamiento del sistema y de los votos emitido.

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