Recomendaciones Básicas para un Debate

La facilidad de la comunicación hoy día nos requiere adquirir habilidades para sostener buenos debates. Los debates no son pleitos, por el contrario, es poder conversar con alguien de temas sobre los cuales las posiciones son disimiles; pero sin confrontación.

Temas relevantes dominan la comunicación, y en ocasión la falta de formación para el debate convierte lo que pudiera ser una conversación interesante y profunda, en un diálogo radical y estéril.

Con el objetivo de ayudar a la comunicación, a continuación, citamos algunas recomendaciones básicas, que esperamos los ayuden a fortalecer los lazos de comunicación, especialmente con aquellos que difieren de su forma de pensar.

1. No dejarse dominar por sus pasiones. Los debates despiertan emociones y se debe estar preparado para ello, por lo que no se debe reaccionar de forma pasional sino racional.

2. Escuchar a la contraparte. Es necesario permitir al otro terminar de hablar, sin interrumpirlo. Las interrupciones son mala educación. Un debate requiere de un diálogo donde ambas partes tienen la oportunidad de hablar y de ser escuchadas.

3. Ser abierto al punto de vista del otro. Para poder debatir es importante entender a la otra persona, intentar ver su perspectiva y sus motivaciones. Hasta para estar en desacuerdo hay que entender al otro.

4. Pensar bien la respuesta, para no decir algo de lo cual pueda generar arrepentimiento. Recordar que los debates deben ser conversaciones. Se debe estar atento a no dejar preguntas sin responder.

5. Respetar al otro en todo momento, pues esto no significa que le concedan la razón. No ofender, generalizar, ni utilizar adjetivos que permitan al otro sentirse atacado. No se trata de un pleito de primaria, se trata de una conversación entre profesionales donde se intercambian puntos de vista distintos y se gana con argumentos.

Al concluir el debate, encontramos que es eficaz cerrar el tema y dar apertura a la socialización de temas comunes, que faciliten una despedida fraterna.

Por Ana Judith Alma