Después de casi 40 años en que se popularizó la práctica en las empresas familiares de formalizar los llamados “Protocolos de Familia”, continúa la gran duda sobre su efectividad y del efecto que tienen estos en la empresa.
Varios estudios se han venido publicando y en particular hace un par de años sobre la efectividad de los protocolos de familia y el impacto de estos en los indicadores económicos y financieros de la compañía. Según el estudio publicado, tendríamos que dividir las empresas de familia en tres categorías:
Las empresas familiares donde no existe o no se ha trabajado el desarrollar un protocolo familiar.
Empresas familiares que han desarrollado un protocolo de familia pero que no lo han implementado.
Las empresas familiares que han desarrollado un protocolo y lo han implementado.
Cabe la pena aclarar que, si bien el desarrollar protocolo familiar es una práctica que se ha venido popularizando y está todavía adquiriendo cierta inercia en la región, aún falta un alto porcentaje de empresas familiares que no lo han desarrollado.
En cuanto a las dos categorías que han desarrollado un protocolo de familia en las que existe un documento que reúne todas aquellas disposiciones y reglas que la familia haya encontrado útiles para tener un mayor potencial para que los negocios y el patrimonio familiar pueda continuar por varias generaciones a futuro, quisiera enforcarme en la diferencia entre las dos categorías en relación el impacto sobre la empresa y en la familia, ya que el desarrollar un protocolo que no se implementa tiene un efecto psicológico y emocional perverso que de alguna manera genera una gran expectativa principalmente en las nuevas generaciones, que termina por cumplirse muy a medias o que definitivamente no se cumple con nada de lo pactado, enviando con esto un mensaje contrario a lo que normalmente pretenden las empresas familiares como lo son el compromiso, la unidad, la confianza y por sobre todo, el profesionalismo en busca de la continuidad.
Mucho se ha escrito en los últimos años sobre los famosos “Protocolos de Familia”, se podría decir que estos los ha habido en todos los formatos y patrones, siendo muy interesante ver aquellos desarrollados por los especialistas en derecho ya que estos hacen énfasis en el patrimonio, otros como los desarrollados por especialistas en psicología que hacen un mayor énfasis centrado en las dinámicas familiares, o la de consultores especialistas en el área de la administración que enfatizan claramente en la empresa sin considerar cuáles son los retos de las familias en un momento particular.
Si bien un alto número de los “Protocolos de Familia” funcionan, encontramos también algunas familias empresarias que han sacado el mayor provecho posible de la oportunidad de poner en orden la casa, estableciendo reglas de juego con un alto nivel de profesionalismo; para esto, anteponiendo los intereses colectivos sobre los personales, pero sin desconocer las necesidades individuales que todo miembro de familia tiene en el presente y en el futuro próximo.
Más que tener un “Protocolo de Familia”, lo importante es el proceso de cómo este se desarrolla, pero, mucho más importante es la implementación, ya que es allí donde de verdad se mide el compromiso de continuidad con el legado familiar y sobre todo por encima de tener una reglas lo más importante es tener y mantener funcionando de manera adecuada las estructuras de gobierno tanto en el lado empresarial, como en el lado familiar y en algunos casos también en el patrimonial, es ahí con la práctica donde se fortalecen y desarrollan las dinámicas correctas para que las empresas familiares logren perdurar por varias generaciones.
Escrito por Raúl Serebrenik