Para algunas personas que este nombre no le suena en la memoria, este documental es una excelente oportunidad para ponerse al día en uno de los casos que posiblemente podría convertirse en una tremenda explosión de problemas legales para algunas celebridades, millonarios, políticos poderosos, incluso miembros de la realeza británica que sí viven en nuestra memoria de corto plazo.
Pero es posible que esa explosión nunca pasará.
A partir del Movimiento #MeToo y mientras vivimos otro rebrote del movimiento #BlackLivesMatter, este documental trata de rescatar el honor de cientos (¿miles podría ser?) de mujeres que fueron víctimas del círculo de tráfico sexual y abuso de menores que Jeffrey Epstein, su novia Ghislaine Maxwell dirigían desde sus residencias en Nueva York, Florida, París y hasta en su isla Privada en las Islas Vírgenes.
El documental en ningún momento trata de ser imparcial. Para nada. Desde el primer minuto su objetivo es pintar a Epstein como un individuo que está dispuesto a mentir, extorsionar y hasta infiere bisexualidad para engañar y cumplir su objetivo. Una persona que simplemente no paraba hasta lograr lo que quiere utilizando sus relaciones con personalidades importantes como Donald Trump, Bill Clinton, El príncipe Andrés, duque de York pasando por otras ya convictas como el productor de cine y delincuente sexual convicto Harvey Weinstein.
Esta docuserie de cuatro capítulos trata de desenmarañar la red de tráfico sexual pero también trata de desenredar las historias de las victimas y explicar la paciencia, fortaleza y deseo que ellas y sus equipos legales debieron tener para enfrentar no solo a Epstein y su Dream Team legal, sino además a toda la corrupción corporativa y política (Alex Acosta) que se fundieron en un solo color para darle la ventaja siempre a Epstein y nunca a sus víctimas.
El documental trata de explicar sus historias y trata de revelar como es sobrevivir un abuso sexual. Explicar el antes, durante, después y el mañana de las que hoy en día son mujeres… unas con problemas traumas psicológicos, otras saliendo adelante con sus familias, algunas con un pasado superado y otras que aún no. Eso es sin contar la revictimización por parte del gobierno.
Y en ningún momento se les llama “victimas”, es más … siempre la titulan como “sobrevivientes”.
Poderoso. Asombroso y hasta en algunos momentos increíble, aunque también desconcertante porque nunca sabremos todo lo que sucedió porque deja abierto la posibilidad que el suicidio de Epstein pudiera haber sido un homicidio, ni tampoco sabremos la magnitud de toda su red.
Disponible en Netflix